Por fin llegan esos días tan deseados por muchos, las vacaciones de verano. Unos días sueltos, un par de semanas o un mes entero, cualquiera de estas opciones sienta fenomenal a quien sea para romper un poco la rutina y poder hacer cosas diferentes y nuevas.
Nosotros decidimos alquilarnos una casita en mitad de la montaña para así dejar a un lado toda conexión con el mundo, fuera móviles, internet y televisión, como allí no llega la cobertura ni te preocupas de mirar si tienes llamadas y demás. Tiempo para estar con mi familia, para leer, para desconectar para probar cosas nuevas y eso es lo que hice. Cogí mi cámara que siempre me la llevo a todos los lados y me decidí a hacer una sesión de fotografías a mi hija con un estilo diferente que he cogido prestado a un fotógrafo que sigo hace tiempo Fran Russo.
Con el sol poniéndose por el horizonte, mi 85 mm cargado en la cámara, naturaleza y la modelo a la que más quiero empezó a disparar dejándome llevar a ver qué es lo que conseguía. Yo estoy muy contento con el resultado que he obtenido, creando una atmosfera mágica que la luz de esas horas antes de caer la noche te permite hacer. Si alguno os preguntáis sobre el procesado utilizado para conseguir esos tonos deciros que el secreto está en la configuración de la cámara, estas tomas que veis aquí están sacadas tal cual de la cámara sin necesidad de procesado alguno más que unos simples ajustes de iluminaciones y sombras, un balance de blancos alto y unas aberturas grandes son la única manera de conseguir estas tomas.